Comentario sobre el texto de:
Jacobs, J. (2011) Usos de las aceras: contacto. Usos de las aceras:
incorporación de los niños. En Muerte y
vida de las grandes ciudades. (pp. 83-117) Madrid: Capitán Swing Libros
¿Quién fue Jacobs?
(Scranton, 1916 - Toronto, 2006)
Divulgadora
científica, teórica del urbanismo y activista político-social, su obra más influyente
fue Muerte y vida de las grandes ciudades (1961), en la que critica duramente las
prácticas de renovación urbana de los años cincuenta en EE.UU., cuyos
planificadores asumieron modelos esquemáticos ideales que condujeron a la
destrucción del espacio público. Con métodos científicos innovadores e
interdisciplinares, Jacobs identificaba las causas de la violencia en lo
cotidiano de la vida urbana, según estuviera sujeta al abandono o, por el
contrario, a la seguridad y calidad de vida.
Paralelamente,
la autora destacó por su activismo en la organización de movimientos sociales
autodefinidos como espontáneos (grassroots), encaminados a paralizar los proyectos
urbanísticos que entendía que destruían las comunidades locales. Primero en EE.UU.,
donde consiguió la cancelación del LowerManhattan Expressway; y posteriormente en
Canadá, a donde emigró en 1968 y donde consiguió la cancelación del Spadina Expressway
y la red de autopistas que pretendían construirse.
Jacobs, en este
capítulo de su libro, habla sobre temas orientados hacia al observación y el
estudio del comportamiento social de las personas que habitan una ciudad.
La autora
reflexiona y estudia aspectos importantes de una ciudad como es el uso de las
aceras, que es el capítulo en el que nos centramos, analizando el contacto y la
relación de los niños con los espacios públicos.
Para Jacobs, las
aceras son como una idealización que únicamente tiene sentido cuando están
relacionadas con los edificios que conforman una ciudad, además de todos los
servicios de los que dispone dicha ciudad.
Las aceras y las
calles que conforman una ciudad son los lugares públicos por los que esta se
forma, es decir son sus órganos más importantes, Jacobs piensa que estas zonas
no solo sirven para el tránsito de peatones y coches.
Según estas
bases, la autora comenta que la seguridad de una ciudad se basa en los
instrumentos usados para asegurar el sentido que se tiene de seguridad dentro
de la ciudad, ya que una ciudad segura es aquella capaz de estabilizar el
sentido de seguridad y la cantidad de personas extrañas que comparten la misma
calle, una calle muy frecuentada es una
calle segura; una calle poco concurrida es probablemente insegura.
Jane Jacobs,
plantea tres condiciones para mantener la seguridad en las calles:
- Diferenciar los espacios públicos de los privados.
- Necesidad de la existencia de personas que estén
pendientes de la calle, vecinos, comerciantes etc., para proporcionar un
sentimiento de seguridad, tanto para los vecinos como para los extraños.
- Necesidad de una vigilancia continua sobre las
calles del barrio.
Además, Jacobs
explica el significado de la vida social de las aceras como un acto público que
reúne a un conjunto de personas extrañas, que seguramente nunca lleguen a
conocerse. Pero, a través de leves contactos espontáneos, que se producen en
las aceras, nace una manifestación de confianza, surgiendo la creación de un
sentido de identidad de pertenencia, de respeto mutuo y una confianza que
asegura la asistencia necesaria cuando un vecino de ese barrio lo necesite o
requiera.
Cuando la autora
comienza otra parte del capítulo, ella habla del uso y la adquisición que los
niños hacen de las aceras, critica a los arquitectos que planifican las
ciudades, ya que, estos piensan que los niños sólo necesitan espacios, lugares
de juego, parques donde puedan desparramarse y al mismo tiempo estar libres de
los peligros que encierra y se producen en la ciudad.
Según Jane
Jacobs, esto está totalmente alejado de la realidad, argumentando que el uso y
disfrute, junto con la adquisición que los niños desarrollan en las aceras de
su barrio es más intensa y fructífera, les permite reconocer y hacer suyo el
entorno, hasta tal punto que pueden saber cuáles son los lugares peligrosos y
cuáles no.
Los niños que
únicamente juegan en los espacios privados y acotados, seguramente se exponen a
más peligros, porque es bastante seguro que sea allí donde están fuera del
alcance de los ojos vigilantes de los vecinos del barrio y además no se
producen las necesarias interrelaciones con otras generaciones (niños de otras
edades, jóvenes, adultos), que es lo que favorece la vida social en la calle,
la sociabilidad.
En conclusión,
lo que Jacobs, quiere conseguir es “VIVIR LA CALLE, LO PÚBLICO, CON CONFIANZA”,
pero, ¿Cómo conseguir esto con nuestro trabajo de educadores sociales? pues,
principalmente actuando como vehículos transmisores de contacto con la población,
que es lo que más cuesta, trabajándolo poco a poco y de forma impersonal, dando lugar a que se
produzca un mutuo reconocimiento, dándote a conocer por algo, pero manteniendo la
distancia, para así poder conseguir construir una red con la que la gente se
sienta vinculada, identificada hacia un lugar, que lo convierta en su lugar, su
barrio, su entorno.
Pero, ¿Qué
herramientas podemos utilizar para conseguir esto?, a través de la ASC podremos
realizar proyectos por y para la población, “no por lo que son” sino “por lo
que necesitan”, adaptándolos a sus necesidades, sin diferencias, para que, lo
que sectorialize sea la actividad que se realice, no la población, “TRATAR A
CADA CIUDADANO COMO UNO MÁS, COMO UN IGUAL”.
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WEBGRAFÍA CONSULTADA:
http://www.capitanswinglibros.com/media/blogs/catalogo/PRENSA/fichaJacobs.pdf
(2011) Muerte y vida de las grandes ciudades, 50años de su
publicación. Disponible el 10 de marzo de 2012.
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