“Muchos
padres,educadores obligan a los niños a llevar una vida “laboral” que no quisieran para
ellos. ¿Es la mejor infancia para estos niños?”
Estresados, agotados, hartos. Los niños de
hoy están más que cansados. La mayoría después del colegio realizan actividades
extraescolares. No nos deberíamos poner a pensar, evaluar si al niño le queda
tiempo para el juego creativo, reunirse con amigos o para conectarse con su ser
interior, vamos lo que todos conocemos con “no hacer nada”.
De lo contrario nos encontraremos con un
niño estresado, si responde automáticamente a las demandas de los mayores, si
el mundo está dividido entre lo que es correcto hacer y lo que no, también
veremos un niño estresado.
Vivir con estrés es vivir fuera del propio
ritmo personal, fuera del sentido profundo que adquiere para cada uno una acción,
un vínculo o una decisión. El estrés aparece cuando ya no somos partícipes de
nuestras vidas sino víctimas de decisiones ajenas. Es triste. Y esa tristeza no
nos deja ver nuestro verdadero “yo”. Por eso, tal vez sea el momento de detenernos
y replantearnos la vida que la sociedad, que nosotros estamos obligando a vivir
a los niños. Observemos si son felices, si están saludables. Examinemos los
motivos por los que elegimos para ellos las escuelas, los deportes, los
educadores o las tareas que les hemos impuesto.
“Tengamos la humildad de preguntarles qué
es lo que más desearían hacer.
Defendamos la niñez de los niños de hoy.
Tomemos en cuenta cuáles son los momentos
en que ellos ríen a carcajadas, se divierten o se muestran espontáneos, tal
como son.
Demos valor a los sueños que sueñan.
Busquemos ayuda para que puedan tocar el
cielo con sus manos.
Detengámonos y permanezcamos callados,
observándolos, sin hacer nada.”
¡SEAMOS
AUTÉNTICOS EDUCADORES SOCIALES!
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