Si fuera verdad que los niños
tienen los mismos derechos que los adultos su llanto sería atendido sin
presuponer que es una forma de manipulación o la expresión de una necesidad que
debe ser ignorada.
Si fuera verdad... disfrutarían de unas cuantas horas de ocio y descanso cada día después de una jornada lejos de casa. Y se lucharía porque esa jornada se redujera a 35 horas semanales, en vez de prolongarla cada vez más para que sus familias puedan desempeñar trabajos con los mismos horarios abusivos.
Si fuera verdad... disfrutarían de unas cuantas horas de ocio y descanso cada día después de una jornada lejos de casa. Y se lucharía porque esa jornada se redujera a 35 horas semanales, en vez de prolongarla cada vez más para que sus familias puedan desempeñar trabajos con los mismos horarios abusivos.
Si fuera verdad... los límites
los marcaría la vida, su seguridad y el respeto al otro , no la autoridad.
Si fuera verdad... podrían
enfadarse, discutir y dialogar ante cualquier decisión que les
afecte, y podrían ser escuchados aunque esa decisión no pudiera modificarse.
Si fuera verdad... no podrían ser
golpeados bajo ningún concepto ni en ninguna circunstancia, independientemente
de la "suavidad", número o intención de los golpes, ya se llamen a
estos cachetes, azotes, o cualquier otro término. En cambio,
tendrían derecho a que se les enseñe a asumir las consecuencias de
sus actos en función de su edad y su capacidad, con serenidad y sin
insultos, burlas, comparaciones o amenazas.
Si fuera verdad... podrían elegir
de forma razonable cómo divertirse, cómo y cuando compartir lo que es
suyo, y qué cantidad de comida quieren comer.
Si fuera verdad... tendrían a su
favor la presunción de inocencia, según la cual nacerían siendo buenas
personas, no pequeños tiranos en potencia a los que hay que meter en vereda
desde el principio para que no nos tomen el pelo. Y nunca se considerarían
innecesarios o nocivos los abrazos, las caricias o el
dormir junto a un ser querido.
Si fuera verdad...
consideraríamos que hablar de ellos en su presencia es una falta grave de
respeto, sobre todo si hablamos de sus defectos y aspectos negativos.
Y si todo esto no fuera
verdad... estaríamos dando por hecho que un niño es un adulto imperfecto que no
merece lo que para nosotros es básico, indiscutible y totalmente necesario.
Hagamos, pues, que sea verdad.
Hagamos, pues, que sea verdad.
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